12 de agosto de 2009

Bajo un botón...


En el cajón de la costura, mi madre tenía guardada una caja redonda de lata, que parecía haber sido el envoltorio original de unos caramelos de toffe importados de Francia. Nunca supe en realidad la procedencia de dicha caja, pues mi madre no ha viajado a Francia. Al menos por el momento.

Para abrir la caja, había que hacer presión sobre uno de los lados, y entonces, la tapadera saltaba como si un resorte hubiera sido accionado.

Y dentro de caja, montones de botones. Si, era la caja de los botones. Grandes, pequeños, de colores, transparentes, de plástico, de metal, forrados de tela, sin forrar, llamativos, discretos, de formas originales ó sencillamente redondos.

Me encantaba abrir la caja, e introducir los dedos lentamente para voltear todos los botones. El sonido que provocaban, y el olor que desprendían, como si se tratara de un pequeño taller de costura.
Los había de camisas, de pantalones, de faldas y los que más me gustaban, de abrigos, por su gran tamaño y colores llamativos.

Por aquellos entonces, el juego con el que más disfrutaba era el de "los tenderos". Podías jugar con tu hermana ó incluso sola, emulando todas las conversaciones y situaciones que se podían dar en una tienda.
El comprador venía a la fictícia tienda con un trocito de tela, solicitando el botón que mejor se adaptase a ese color. Ese era el mejor momento. Cuando de la caja podían salir todos los botones que nos pareciesen dignos del comprador. Unos resaltaban sobre la tela, otros apenas si se veían....

Y luego... Le llegaba el momento a los hilos de colores.

1 comentario:

JuanMa dijo...

Recuerdo esas cajas de casa de mi abuela (y también los caramelos... :P).

Un beso, bien cosido.