12 de julio de 2010

Seguimos...

Se acercó decidida hasta la primera caja. Tiró con fuerza de la cinta de embalar que la precintaba y escuchó como se iba desgranando el viejo cartón a la vez que viejos tebeos y revistas caían al suelo.

Una por una, las fue echando un vistazo, hojeándolas con rapidez, y sonriendo cuando había algún titular que llamaba su atención. "Cielos, parecía que hubiera encontrado un vestigio de una civilización anterior... Tanto habían cambiado las cosas..."
Terminó con la primera caja, sin haber encontrado nada que mereciera la pena volver a ser guardado, salvo un par de recortes en los que aparecían un par de nombres conocidos bajo unas fotos simpáticas.

Avanzó hasta la segunda caja, repitiendo la misma operación que en la anterior para abrirla. Un par de ositos de peluche y unos viejos jerseys de aquella época en la que iba al colegio aparecieron.
Cogió uno de los osos y lo acercó hasta la nariz esperando que le llegaran aquellos olores de la niñez, pero... no llegó hasta su pituitaria nada más que olor a cerrado, abandonado y una pequeña nube de polvó que le hizo estornudar. "Aaaaaachís.. Aaaaachís.." No podía parar. "Aaaaachís...."

En uno de estos estornudos, al abrir los ojos, éstos, percibieron un montoncito de sobres atados con una cinta de pelo roja, que permanecían apoyados sobre un lateral de la caja, esperando pasar desapercibidos.

Con mano decidida cogió el paquetito, pensando que serían las cartas que siendo una niña, mandaba a los Reyes Magos, y que sus padres hubieran guardado pensando que así el tiempo se pararía y aquellos tiempos felices durarían eternamente. Imágenes del pasado se agolparon en su retina, y un par de silenciosas lágrimas rodaron por sus mejillas.

- Continuará -



9 de julio de 2010

Comenzamos...

Si entre este desorden apareciera ante mí una lámpara mágica.... creo que podría cambiar el mundo, ó al menos podría conseguir que el genio me ayudara con la limpieza, ¿no? - Eso pensaba Emilia mientras posaba sus ojos sobre la marabunta de cachivaches, cacharros y objetos que, ya deberían haber terminado en la basura tiempo atrás, y que se acolmaban y almacenaban sin orden alguno en el desván de su casa.

Ayer, su madre le había insistido en que ya era el momento de hacer del desván un lugar más habitable y que no sólo fuera cuna para ácaros y demás bichos que se alimentan del polvo y las pelusas.

Así que... allí estaba Emilia, rebuscando entre cajas, bolsas y más cajas, todo aquello que pudiera rescatarse del olvido irremediable, y... por cada objeto que encontraba, su mente volaba hasta los recuerdos que estaban inherentes en ellos, y así pasaban los minutos, y las horas, y el volumen de desorden seguía igual.



- continuará-

6 de julio de 2010

A ciegas.

Háblame del mar, y de sus olas estrellándose contra el dique, de la espuma que regresa mar adentro cuando ya ha dejado su frescor en la orilla.

Cuéntame como se rompen los rayos del sol al entrar en contacto con el mar. De cómo los colores se dispersan por el aire y se positiviza la mejor película de la última sesión.

Susúrrame al oído palabras que solo tengan sentido para mí. Deja que sean ellas las que traigan a mi mente todos los recuerdos que alberga la caja ósea de mi ser.

Espérame en la balaustrada de los besos. Dónde los amantes sacian su sed con el tacto de la piel. Allá donde el viento juguetea con el cabello y no hay más rumor que el murmullo de las hojas.

Descríbeme la vida como tú la ves. Dime qué colores transmiten el fuego y cuales son los que hielan toda emoción.

Cógeme de la mano, que el camino, hoy es diferente al del día de ayer y no reconozco su trazado.

Se tú mi bastón y mis ojos en esta vida, que yo prometo ser tu apoyo en la futura....